Oracional Calabriano
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Dejen todo, pero no dejen la oración... San Juan Calabria.
“Bien saben que un cuerpo no se sostiene sin el alma que le da
la vida, y el alma de nuestro apostolado es la vida interior. Por lo tanto, el
buen obrero de Cristo debe cultivar esta vida espiritual con las prácticas de
piedad, que son su alimento… Sólo así atraeremos la bendición del Señor sobre
nuestras fatigas. De no ser así, nuestras obras serían muchos ceros, lindos si
se quiere, pero, al final, ceros que no valen nada”.
Oraciones
para pedir la intercesión de San Juan Calabria:
“San Juan Calabria, que en tu vida terrena tuviste gran fe
en la Providencia
Divina , al Santísimo Sacramento y a María Inmaculada; y que
tuviste, también, siempre compasión por los que sufrían; obtén de Jesús y de su
celestial Madre la gracia que te solicito, como también una sincera
disponibilidad a la voluntad de Dios. Amén”.
“¡Oh Dios y Padre nuestro!, te alabamos porque con tu
Providencia conduces el universo y toda nuestra vida.
Te damos gracias por el don de la santidad evangélica que has
concedido a tu siervo don Calabria.
Siguiendo su ejemplo, depositamos en ti todas nuestras
preocupaciones, con el solo deseo de que venga tu Reino.
Danos tu Espíritu, para que nuestro corazón sea sencillo y
disponible a tu voluntad.
Haz que amemos a nuestros hermanos, sobre todo a los más pobres
y abandonados, para llegar un día junto con ellos, a la alegría que no tiene
fin, donde tú nos esperas con tu Hijo Jesús, nuestro Señor.
Por intercesión de San Juan Calabria, concédenos la gracia que
ahora con confianza te presentamos . Amén”.
Oración
por la Obra :
“¡Oh, Señor, Dios Padre Todopoderoso! mira con bondad a los
miembros de tu Obra; dígnate comunicarnos tu Vida y llenarnos de tu Espíritu,
para que respondamos fielmente a tu llamado.
Por la intercesión de la Inmaculada Virgen
María, Reina de los Apóstoles, de San José, de San Juan Calabria, y de todos
nuestros santos patronos, consérvanos siempre en tu amor.
Envíanos hermanos, hermanas y laicos de espíritu apostólico
que, unidos en una sola familia, creamos en Ti y en tu Palabra.
Haz que vivamos libres de preocupaciones terrenas y llenos de
confianza en tu Providencia; que en comunión con quienes te representan,
estemos siempre dispuestos a cumplir tu voluntad y a sufrir con Cristo para que
tu Reino se establezca en las almas. Amén”.
Oraciones
para antes y después de comer:
Bendición de los alimentos:
“Bendice, Señor, a nosotros y a estos alimentos que
recibimos de tu Providencia;
y da también el pan a todos los pobres del mundo.
Amén”.
Acción de gracias:
“Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios.
Enséñanos a compartir con los demás.
Amén”.
El Santo
Rosario:
“Permítanme
que les diga, con todo mi corazón:
amen,
amen, amen a nuestra Señora”
(San Juan Calabria).
Estructura
resumida: Repetir 5
veces.
1.
Se anuncia el Misterio que
corresponde.
2.
1 Padrenuestro.
3.
10 Ave maría.
4.
Gloria.
Misterios
Gozosos (lun. y sáb.)
1.
La anunciación del ángel a María y la encarnación
del Hijo de Dios.
2.
La visita de María a su prima Isabel.
3.
El nacimiento de Jesús.
4.
La presentación del niño en el templo.
5.
El niño perdido y hallado en el templo.
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Misterios
Luminosos (jueves)
1.
El bautismo de Jesús en el Jordán.
2.
El milagro en las bodas de Caná.
3.
Jesús proclama el Reino de los cielos
4.
La transfiguración de Jesús.
5.
La institución de la Eucaristía.
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Misterios
Dolorosos (mar. y vie.)
1.
La oración en el huerto de Getsemaní.
2.
La flagelación del Señor.
3.
La coronación de espinas.
4.
El camino al Calvario con
5.
La crucifixión y muerte del Señor.
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Misterios
Gloriosos (miér. y dom.)
1.
La resurrección del Señor.
2.
La ascensión del Señor.
3.
La venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles
y María.
4.
La asunción de María en cuerpo y alma al cielo.
5.
La coronación de María como reina y madre de todo
lo creado.
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Al finalizar cada misterio, después del gloria, es conveniente hacer la
siguiente oración. Ésta fue recomendada por la Santísima Virgen
María, en 1917, cuando apareció en Fátima a los 3 pastorcitos:
“¡Oh,
Jesús mío! Perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al
cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia. Amén”.
“Dios te salve, Reina y
Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve, a ti
clamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en
este valle de lágrimas.
¡Ea, pues, Señora, Abogada
nuestra! Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este
destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh, clemente! ¡Oh,
piadosa! ¡Oh, dulce siempre virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de
Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracia de nuestro Señor
Jesucristo. Amén”.
Coronita de
la Divina
Providencia :
Dirige: (salmo
120, 123) “Nuestro auxilio está en el nombre del Señor…
Respuesta: … que hizo el Cielo y la tierra”.
Dirige: Sacratísimo
Corazón de Jesús,
Respuesta: Ayúdanos.
Dirige: Purísimo
Corazón de María.
Respuesta: Ayúdanos.
(Se repite lo siguiente 10 veces, durante 5 decenas)
Dirige: Santísima
Providencia de Dios,
Respuesta:
Socórrenos.
Dirige: Míranos,
¡Oh, Madre!, con tus ojos de piedad,
Respuesta:
Socórrenos, ¡Oh, Reina!, con tu caridad.
[Ave María].
Dirige: ¡Oh,
Padre hijo, espiritu santo, María estas gracias las pedimos por la sangre de nustro Señor Jeuscristo.
Respuesta: Amén.
[Gloria].
Dirige: Por San
José,
Respuesta: Ruega por Nosotros
Dirige: Por San
Juan Calabria,
Respuesta: Ruega por Nosotros
Dirige: Por las
almas del purgatorio,
Respuesta: Dales,
Señor, el descanso eterno y la Luz
perpetua las ilumine. Que descansen en paz. Amén.
Dirige: Por
nuestros familiares, amigos y bienhechores,
Respuesta: Dígnate,
Señor, por la gloria de tu Santo Nombre, dar a todos los que nos hacen el bien
el regalo de la Vida
Eterna. Amén.
[Padrenuestro].
Letanías
en honor a San Juan Calabria:
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
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Dios, Padre providente,
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios,
Santa María,
Santa Madre de Dios,
San José esposo de María,
San Juan Calabria,
San Juan Calabria, discípulo de Jesús y de María,
San Juan Calabria, hombre Apostólico,
San Juan Calabria, Sacerdote Santo,
San Juan Calabria, padre de la familia calabriana,
San Juan Calabria, ejemplo de abandono a la Voluntad del Dios,
San Juan Calabria, siempre fiel a la Santa Iglesia ,
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San Juan Calabria, humilde testigo de la Providencia Divina ,
San Juan Calabria, devoto de la Santa Eucaristía ,
San Juan Calabria, padre y protector de los pobres,
San Juan Calabria, amigo de los pecadores,
San Juan Calabria, constructor de la Unidad entre los
Cristianos,
San Juan Calabria, espejo de Obediencia,
San Juan Calabria, amante de la Pobreza ,
San Juan Calabria, ejemplo de Castidad,
San Juan Calabria, regla viva de Santidad,
San Juan Calabria, discípulo en la escuela del sufrimiento,
San Juan Calabria, sediento por la salvación de las almas,
San Juan Calabria, modelo de paciencia en la enfermedad,
San Juan Calabria, devoto niño de María,
Para que como tú, nos abandonemos a la voluntad de Dios.
Para que aprendamos a amar como tú amaste.
Para que verdaderamente seamos hijos de la Providencia.
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Para que nos dediquemos al cuidado de los demás.
Para que siempre amemos, perdonemos, a los demás.
Para que carguemos los fardos unos a los otros.
Para que caminemos siempre en la presencia de Dios.
Para
que tengamos confianza en la
Providencia.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.
Oración
Final: “¡Oh Dios, Padre providente!, que sea siempre fuente
de alegría para tu Iglesia el hecho de que nosotros honremos la memoria de San
Juan Calabria, tu santo sacerdote. Que su ayuda espiritual nos haga fuertes, y
su asistencia nos ayude a ganar el premio eterno. Pedimos esto a través de
Jesucristo, nuestro señor. Amén”.
Piedad Eucarística:
Asistir a la Santa Misa.
Comulgar con veneración.
Adoración al Santísimo Sacramento.
Ir a algún templo y orar delante
del Sagrario.
“La Eucaristía es la
devoción característica de nuestra Obra: es Jesús que vive en medio de
nosotros, que habita en nuestros sagrarios, que nos llama a Sí para consolarnos
y santificarnos, que nos promete la Vida Eterna. ¿Qué más podríamos anhelar? ¿Qué
cosa más importante podríamos buscar?”
(San Juan Calabria).
“Confíen en
Jesús; la ayuda y la fuerza no nos vienen de las protecciones humanas, ni de la
estima de los hombres, sino de Jesús Sacramentado. En las dudas, en la
incertidumbre, en los momentos decisivos para nuestras almas, acerquémonos al
Sagrario. Pensemos que ahí está realmente nuestro Dios, y que está allí por
nosotros, para nuestro bien, para ser nuestro consuelo y nuestra ayuda”.
(San Juan Calabria).
El Carisma
Calabriano en pensamientos de San Juan Calabria:
Dios
es Padre y la consiguiente confianza absoluta en su Divina Providencia:
“Quiero decirles, mis queridos hermanos, que la fe verdadera y
genuina considera a Dios no sólo como Creador y Señor [que lo es], sino sobre
todo como Padre. Fe, entonces, en la paternidad de Dios y por eso confianza sin
límites; abandono filial en la Divina Providencia : ésta es la característica de
nuestra Obra”.
“Recordemos que la Divina Providencia
es una tierna madre que todo lo ordena para nuestro bien, o mejor diría, para
nuestro mayor bien. Dejémonos llevar por sus manos maternales”.
“Dios es
Padre, cuida de nosotros y de aquellos a quienes queremos; nada escapa a su
mirada, nada puede suceder de improviso, de sorpresa; todo está regulado y
ordenado por su infinita sabiduría, potencia y bondad. Sobre todo, podemos
decir, por su bondad”.
“Dios escribe derecho sobre renglones torcidos”.
“Fiémonos de Él, humillándonos bajo su poderosa mano, ya que Él
es siempre Padre, y cuando nos golpea no nos ama menos que cuando nos
consuela”.
“Ahora nosotros vemos sólo el entramado del trabajo y el revés
del bordado. Podemos tener la impresión de que todo es confuso, pero cuando
veamos el trabajo finalizado y el lado derecho del bordado, entonces
contemplaremos su magnífica y maravillosa textura”.
“No hay madre que ame tanto a su criatura, como Dios ama a
todos y cada uno de nosotros. Llega a todos, más y mejor que la luz del sol al
hilo de hierba, al átomo perdido en los espacios. Ha contado hasta los cabellos
de nuestra cabeza, y sin Él no cae uno siquiera.
Los pájaros del cielo, que no siembran ni guardan en graneros,
son diariamente alimentados por Él, que también provee vestido resplandeciente
a los lirios del campo: ¿por qué, entonces, hemos de temer por nosotros y por
las personas que queremos?”.
“Confiemos en el Señor. Lo repito. Creamos en el
Señor con una fe firme, indestructible y sencilla al mismo tiempo.
Recuerdo un hermoso episodio leído hace algunos
años. Un barco se encontraba en medio de una tempestad. Todos los pasajeros
vivían momentos de angustia y temor por el inminente peligro de naufragar.
Entre los aterrorizados viajeros había un niño, en un rincón de la nave,
jugando sin ningún miedo.
«¿Cómo? ¿Estás jugando? ¿No tienes miedo?»… «Mi padre
es quien guía el barco, yo estoy seguro».
Queridos y amados hermanos, en el timón de la nave
está nuestro Padre celestial. ¿A quién temeremos? Vendrán tempestades y dificultades.
¡No tengamos miedo! El timonel no fallará en su tarea y nosotros llegaremos
seguros al puerto de la eterna salvación”
(San Juan Calabria).
Buscar primero el Reino de Dios y su justicia:
“«Quaerite primum Regnum
Dei» [Buscad primero el Reino de Dios] (…).
Éste es nuestro deber y, si lo hacemos bien, Dios no dejará de hacer su parte.
Los medios no faltarán, estén seguros, brotarán del suelo, de las piedras, si
tenemos una fe viva y sincera. La Providencia cuidó de nosotros hasta hoy: también
nos cuidará en el porvenir, si nosotros correspondemos a su Gracia”.
“Dios es activo con nosotros, ve nuestras necesidades; no
dudemos nunca de su Divina Providencia. Hagamos nuestra parte y el Señor no
dejará de hacer la suya. Tengamos siempre presente el programa granítico de la Obra : «Busquen
primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se les dará por
añadidura» (Mt 6, 33)”.
Renunciar al Pecado y llamado a la Santidad :
“Solamente nuestro no corresponder a la Gracia puede echar abajo
este edificio que el Señor se dignó levantar para su gloria”.
“Sólo tengo miedo a una cosa capaz de arruinar
a la Obra : no
vivir según el espíritu puro y genuino que el Señor le imprimió, y al pecado.
Por eso les pido de rodillas y les ruego encarecidamente: traten de vigilar
siempre y, dentro de lo que es humanamente posible, ¡alejen todas las ocasiones
de pecado!”.
“El desastre material no es nada; ¡menos que
un pecado venial! … ¡Lo que yo temo es el pecado! Peor que cien mil bombas”
(reacción ante la destrucción de una de sus escuelas, producto de bombas, en 1944).
“Hagan un serio examen de conciencia viendo lo
que es necesario corregir; descubriendo lo que debe ser mejorado, y con la
gracia del Señor hagan el propósito de hacerse santos”.
“Recuerden que el hábito, el rosario, el
crucifijo son cosas buenas y santas, pero lo que en realidad hace al verdadero
religioso es la vida santa; si así no fuera, estos objetos serán nuestra
condena en el Tribunal Divino”.
“O santo, o muerto”.
Volver al Evangelio:
“¡Cuánta importancia se da a la palabra de los hombres en la
tierra, y eso está bien! Pero ¡Cuánta más debemos dar a la Palabra del Señor! Creamos
entonces en el Señor, confiemos en su Palabra”.
“El Evangelio es la medicina universal para todos los males,
para todos los pueblos y para todos los tiempos. Por eso, si el mundo vuelve a
Cristo, si el mundo comprende que sólo lo sobrenatural puede indicarle el
camino para solucionar los problemas que lo acosan, entonces la humanidad se
salva”.
“Existe demasiada discordancia entre aquello que el Evangelio
enseña y aquello que nosotros practicamos. Debemos eliminar esta contradicción”.
“Estimados, recordémoslo bien: ¡Sólo Jesús tiene palabras de
Vida Eterna! Y el Evangelio es el gran libro que contiene estas palabras y las
divinas enseñanzas de Jesús”.
“Se acabó el tiempo de las medias tintas; seamos auténticos;
confiemos en el Evangelio, sigamos sus enseñanzas in mutilaciones ni
interpretaciones arbitrarias, y emprendamos una acción decidida, de acuerdo a
lo que Él mismo nos ha enseñado”.
“O se cree, o no se cree. Y si no se cree, rásguese el
Evangelio”.
Los pobres: El tesoro
de la Obra.
Tengan “gran amor a los más pobres, a los despreciados y
rechazados. Recuerden que éstos son los más amados, los predilectos de Jesús”.
“No nos actualicemos fuera del Evangelio. Nuestros esfuerzos
sean siempre sólo por los pobres, por los más pobres, por los más abandonados,
por los que no tienen medios. Si hubiera que hacer una opción, prefiramos a los
que están desprovistos de todo apoyo humano”.
“Ir a los más pobres, a
los más humildes, a los enfermos, que son los más queridos por Dios y en los
cuales Jesús quiere estar representado. Esta es nuestra característica: no a
los grandes, sino a los más pequeños nos manda el Señor”.
“La Obra ,
nacida del costado de Cristo, debe vivir las palpitaciones de aquel corazón
divino que latía por los infelices y por los pobres… ¡Me envió a evangelizar a
los pobres!”.
La oración y las prácticas de piedad:
“En el ejercicio de nuestro apostolado, hagamos como Jesús:
antes que nada y sobre todo dediquémonos a la oración y a la vida de unión con
Dios. ¡Cuántas horas y cuántas noches Jesús pasaba en oración, en íntima
comunicación con su Padre celestial! La actividad exterior está destinada a ser
estéril, si no hunde sus raíces en el sagrado y fecundo terreno de la vida
interior”.
“Demostremos tener absoluta confianza en la oración, si bien
después debemos abandonarnos a la voluntad de Dios, nuestro Padre, en lo que
respecta al resultado de la oración”.
“Les recomiendo la piedad sólida y vivida. Nuestra piedad debe
ser, sobre todo, piedad eucarística y mariana”.
“No dejen nunca las prácticas de piedad: son como nuestros
pulmones”.
“Les recomiendo las prácticas de piedad: la santa meditación,
la lectura espiritual, la visita al santísimo Sacramento, el rosario,
posiblemente entero…; realícenlas con
empeño y fervor”.
“Den importancia, en primer lugar, a la vida
interior. «Sin mí», dice Jesús, «nada
pueden hacer».
Grabemos bien en nuestra mente la palabra de Jesús
y considerémosla como nuestro programa.
Los santos concebían grandiosos designios de obras
inmortales. ¿Dónde y cómo? A los pies del crucifijo, delante del Sagrario, en
las oraciones prolongadas, en los ayunos y austeridades.
Ese era el
secreto de su éxito”
(San Juan Calabria).
Obrar en lo secreto:
“Hagamos de todo para agradarle [a Dios], no para pedir o
mendigar una alabanza humana y terrena. El bien que realizamos, mantengámoslo
escondido; que nadie lo sepa. No digamos: Yo hice esto, yo hice aquello…”.
“Humildad, escondimiento: es la especial fisonomía de los
Pobres Siervos. La Obra
será grande, si permanece pequeña; y hará tanto más bien, cuanto más está
escondida”.
“«Buseta e taneta»
(en un pequeño hoyo, en una pequeña guarida). Escondidos bajo el suelo; si
tiene necesidad, el Señor nos pondrá sobre el candelabro. ¡Nosotros no, no y no!”.
El Lema de nuestro Apostolado:
El
lema de la Comunidad de Apostolado “Don Calabria” es
el siguiente: «SER EVANGELIOS VIVIENTES»,
inspirado en una reflexión de San Juan Calabria que dice como sigue:
“Seamos
el Evangelio viviente y, antes de predicar, practiquemos. Apliquemos el
Evangelio a la letra: sólo en eso consiste nuestro patrimonio, el secreto para
obrar cosas grandes (…).
Debemos
estar convencidos de que nosotros somos cero y miseria, pero que, unidos al
Señor, y respirando su Espíritu, obraremos verdaderos milagros (…). También en
el presente nos conmueve constatar cómo la Providencia socorre a
quien en Ella confía”.
“… en este nombre, queridos míos, está todo el
programa de nuestra vida religiosa; en este nombre está el patrimonio que nos
hará dueños de grandes riquezas, con la realización de todos aquellos designios
que la Divina
Providencia quiere cumplir por nuestro intermedio, paso a
paso, sin apuros, a través de cruces y pruebas de toda especie. Pero que el
Señor, el día de rendición de cuentas, no tenga que lanzarnos en el rostro el
nombre que usábamos y nos diga:
Te llamabas Pobre,
¿pero dónde está tu espíritu de pobreza, ya que siempre amaste tus comodidades
y cuidaste que no te faltara nada, lamentándote ante la más insignificante
privación?
Te llamabas Siervo,
¿pero cómo serviste? ¿Por qué tanta oposición a la obediencia, tantas críticas
y murmuraciones, tu búsqueda de dominar y no de obedecer? ¿Por qué tu falta de
dependencia obrando más como dueño que como siervo?
Te llamabas de la Divina Providencia :
debías, pues, abandonarte en sus manos, sin buscar apoyos humanos. Solamente
Dios debía ser tu apoyo, ¿por qué, entonces, tanta desconfianza, tanto
abatimiento en las pruebas, orientándote más por las luces de tu razón que por
los principios de la fe?”
(San Juan Calabria).
Jesús les dijo:
“No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer,
ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el
vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni
acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los
alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho
que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por
qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van
creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el
esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la
hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto
más hará por ustedes, hombres de poca fe!
No se inquieten, entonces, diciendo: «¿Qué comeremos, qué
beberemos, o con qué nos vestiremos?». Son los paganos los que van detrás de
estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las
necesitan. Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se
les dará añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mamana se
inquietará por sí mismo. A cada día le basta su propia aflicción”
(Mt 6, 25-34). |